sábado, 18 de julio de 2015

CRUZADA DE ORACIÓN, PENITENCIA Y REPARACIÓN. OREMOS POR FRANCISCO

CRUZADA DE ORACIÓN, PENITENCIA Y REPARACIÓN. OREMOS POR FRANCISCO 

 

CRUZADA DE ORACIÓN, PENITENCIA Y REPARACIÓN.
TODOS LOS ÚLTIMOS DOMINGOS DE MES.
Desde el 26 de julio al 25 de octubre de 2015.
La consigna para todo CATÓLICO que quiera defender los derechos de Dios y de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, frente a las blasfemias y otros actos desagradables de este pontificado, consistirá en REZAR el Santo Rosario con intención reparadora a los Sagrados e Inmaculados Corazones de Jesús y María, pidiendo por la conversión de Francisco a la verdadera Fe Católica, que abjure de los errores modernistas, que vuelva al rito tridentino, que provea al bien común de la Iglesia, y para que sea librado de las manos del Enemigo.
Durante el último domingo se deberá USAR un listón negro en señal de penitencia, ABSTENERSE de música, paseos y diversiones. CONFESARSE Y COMULGAR.
¡ DIOS NUNCA MUERE !
¡¡¡ VIVA CRISTO REY !!!

domingo, 16 de junio de 2013

La Bandera Católica

“La Bandera Católica”

Periódico semanal destinado a pregonar los ideales de un grupo de hombres ilustrados y en especial para difundir los principios del catolicismo, apareció “La Bandera Católica”, teniendo principal gestor al presbítero doctor José Genaro Carranza. Acerca de él podemos anotar haber nacido el 17 de noviembre de 1809 en Tulumba y estudiado en el Colegio de Nuestra Señora de Monserrat, pasando a la Universidad. El 5 de noviembre de 1829 solicitó al Obispo de esta diócesis recibir las sagradas órdenes. Siguió así hasta el año 1832, cuando se hicieron las proclamas correspondientes, recibiendo las Ordenes Mayores. (Hicieron circunstanciadas biografías de este personaje en diversas publicaciones los autores J. Pedro Grenón, en 1938; Samuel Angel Carranza, en 1940; Enrique Udaondo, en 1938, etcétera).
La primera actuación pública del doctor José Genaro Carranza fue durante el gobierno de los Reynafé y su vida no estuvo exenta de inquietudes políticas; en la década de 1840 se desempeñó como cura y vicario de los Anejos, con sede en la población de Alta Gracia, pasando después a la Iglesia Catedral de Córdoba. Producida la revolución del 27 de abril de 1852 fue designado Ministro Plenipotenciario de Córdoba a la reunión de gobernadores, presidida por el general Urquiza en San Nicolás de los Arroyos. Demorada su partida y sin saber lo que había acontecido en aquella población, Carranza se puso en camino el 4 de junio, pero durante su viaje se enteró haberse ya firmado el Acuerdo. Siguió su andar hasta Buenos Aires, donde el 1 de julio de 1852, junto con los delegados de Salta y Jujuy, refrendó el complemento de aquel documento del Acuerdo. Más tarde, como veremos, dedicó sus energías al periodismo y luego a sus menesteres religiosos, muriendo el 22 de enero de 1861 cuando era Arcipreste del Cabildo Eclesiástico de la Catedral cordobesa.
Debemos ahora dirigir la evocación a “La Bandera Católica”, aparecida el jueves 8 de mayo de 1856 por la imprenta “Tres de Febrero”, entonces dirigida por don José María Arzac. Justificó su presentación diciendo: “En un país que sufrió largo tiempo las conmociones de la guerra civil y que aun después de la tormenta, yace aterrado a la vista de sus desastres y desconfiado de su porvenir, la aparición de un periódico religioso es, sin duda, el signo más inequívoco de hallarse conjurado el espíritu de anarquía y de que suceden la paz, la ventura y la prosperidad a los años aciagos de llanto y de miseria”. Continuando con la fijación de dicho propósito, advertía que “se concibe entonces que no siendo un pueblo religioso, no goza de libertad y supuesto a la pérdida de la libertad sigue el desorden que engendra la tiranía, fuera imposible que en época de la tiranía tuvieran acogida las doctrinas saludables y verdaderamente liberales de la prensa religiosa”.
Meses después de haberse iniciado la publicación de la hoja “La Bandera Católica”, que era semanal, donde se registran noticias de aquella actualidad, y en especial las atinentes a la actividad católica de Córdoba, el doctor José Genaro Carranza debió alejarse de su dirección. En el número del 7 de noviembre de 1856 anunciaba que su médico habíale aconsejado y hasta ordenado la “cesación absoluta de toda ocupación que pueda afectar el sistema nervioso y la variación de  temperamentos”.
Ante aquella situación, Carranza anunció que se hacía cargo de la tarea periodística un núcleo formado por fray Olegario Correa, presbítero José Domingo Ardiles, los doctores José Saturnino Allende, Emiliano Clara, Uladislao Castellanos, Emiliano Cabanillas, teniendo también como colaboradores a los doctores Facundo Zuviría y Eduardo Ramírez de Arellano y varios más. Aquello había sido un inconveniente, aunque en las reuniones efectuadas al alejarse el presbítero Carranza todos prometieron amplia cooperación, pero el declinar fue visible. “La Bandera Católica” estaba en trance de desaparecer. Pocos son los autores que indican la fecha en que aquello se produjo, pero si nos atenemos a lo subrayado por el presbítero Grenón, ocurrió el 25 de diciembre de 1858, sin duda alguna haciendo alusión a la fiesta navideña…
El público adherido al catolicismo quedó un  tanto apenado y no pocos dijeron que de haber sabido a tiempo lo que le estaba ocurriendo a “La Bandera Católica”, se habrían arrimado para sostenerla, pero ya era tarde. Aquel desenlace, cuando se lo contaron al doctor Carranza, y sin duda no con todos los detalles, habrá experimentado una tremenda pena, pero él nada podía hacer.
En un vecindario relativamente pequeño como era el de Córdoba en aquel entonces, se habían conocido en las tertulias todos los detalles de la caída de “La Bandera Católica” y no habrá faltado el dispuesto a hacer alguna broma de mal gusto. Porque mientras se lamentaba todo el núcleo que había sido colaborador, otros espiaban el momento para decir alguna palabreja malsonante. Téngase en cuenta que aún seguía apareciendo “El Imparcial” y que, además, estaban los que daban su apoyo a “La Matraca” y “La Linterna”, este último periódico especialmente “crítico, satírico, literario y de costumbres” y que tenía apoyo de “El Imparcial”. Mucho podríamos agregar de ambas hojas, pero preferimos poner punto final al decir de “La Literna” que “deseosos de encontrar la verdad y presentarla al público en su verdadero esplendor, nos hemos visto en la necesidad de acudir a la “linterna” de Diógenes, persuadidos de encontrarla por ese medio… Y mientras unos estaban apenados, otros se sonreían muchas veces a escondidas…

miércoles, 5 de octubre de 2011

Santoral Católico 5 de Octubre

  • San Plácido y sus Compañeros, Mártires
  • San Elián, Obispo
  • Santa Gala, Viuda
  • Santa Flora de Beaulieu, Virgen
  • San Raimundo Capua, Monje Dominico
  • San Apolinar, Obispo de Valence
  • San Mauricio de Carnoët, Abad
  • Santos Mauro y Plácido, Monjes
  • Beata Felicia Meda, Virgen 

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. 
R. Deo Gratias.

SAN PLÁCIDO
y
COMPAÑEROS
Mártires


Quien llamare fatuo a su hermano,

será reo del fuego del infierno.
(Mateo, 5, 22)

Tértulo, noble romano, entregó su hijo Plácido a San Benito, para que lo hiciese ingresar en su Orden. Bajo un director tan competente, hizo Plácido rápidos progresos en el camino de la perfección. Un día, estando en  Sicilia, en un monasterio que había fundado, fue capturado por los moros con los demás religiosos de su monasterio. Estos bárbaros les hicieron sufrir toda clase de tormentos para obligarlos a renegar de la fe; pero  estos ilustres soldados de Jesucristo, animados con el ejemplo de su jefe, obtuvieron la corona del martirio.

MEDITACIÓN
SOBRE LA MALEDICENCIA

I. Dios aborrece tanto la maledicencia, que amenaza con el infierno a quien diga mal de su hermano. Ten cuidado, pues, de este vicio, tan común entre los hombres y tan fácil de cometer: basta una sola palabra, un gesto, para destruir la reputación de tu prójimo, es decir, para arrebatarle lo más precioso que hay después de la gracia de Dios. ¡Qué fácil es comprometer la reputaci6n de los demás, y qué difícil repararla! Aprende a enderezar tu vida en lugar de criticar las de los demás. (San Jerónimo).

II. Nos hacemos culpables para con el prójimo de calumnia, diciendo de alguien el mal que no ha hecho, o de maledicencia, divulgando sin necesidad el mal que ha hecho, En ambos casos se peca contra la justicia y la caridad. También es una falta disminuir la alabanza debida a las virtudes de los demás, exagerar las faltas de que son culpables, o condenar la intención si sus acciones son buenas. ¿Cuántas veces al día cometes estas faltas contra tu prójimo? ¿Te gustaría que te trataran igual ?

III, Imponte una penitencia toda vez que hayas hablado mal de tu prójimo, y repara lo antes posible el daño que le hayas hecho, Si se habla mal de ti, busca consuelo en el testimonio de Dios y de tu con ciencia. Discípulo de un Dios calumniado, ¿qué derecho tienes de quejarte? Si se habla mal de otros estando tú presente, no oigas al maledicente, desvía la conversación con habilidad. interrúmpela si tienes autoridad como para ello. Donde no hay quien escuche la maledicencia, no hay maledicente. (San Jerónimo).

La caridad
Orad por la enmienda de los detractores.

ORACIÓN

Señor, que nos concedéis la gracia de celebrar el nacimiento al cielo de vuestros mártires San Plácido y sus compañeros, hacednos gozar con ellos de la felicidad eterna. Por J. C. N. S. Amén.

Fuente: http://devocioncatolica.blogspot.com/

Evangelio del día (Calendario Tradicional) - 5 de octubre de 2011

Lucas 14,1-11


Lucas 14:1-11 Nacar Colunga -  Habiendo entrado en casa de uno de los principales fariseos para comer en día de sábado, le estaban observando.  (2)  Había delante de él un hidrópico.  (3)  Y tomando Jesús la palabra, habló a los doctores de la Ley y a los fariseos, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado o no?  (4)  Ellos guardaron silencio. Y, asiéndole, le curó y le despidió,  (5)  y les dijo: ¿Quién de vosotros, si su hijo o su asno cayere en un pozo, no le saca al instante en día de sábado?  (6)  Y no podían replicar a esto.  (7)  Decía a los invitados una parábola, observando cómo escogían para sí los primeros puestos:  (8)  Cuando seas invitado a una boda, no te sientes en el primer puesto, no sea que venga otro más honrado que tú, invitado por el mismo,  (9)  y, llegando el que al uno y al otro os invitó, te diga: “Cede a éste tu puesto,” y entonces, con vergüenza, vayas a ocupar el último lugar.  (10)  Cuando seas invitado, ve y siéntate en el postrer lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, sube más arriba.” Entonces tendrás gran honor en presencia de todos los comensales,  (11)  porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.

Biblia versión Torres Amat
Luc 14:1  Y sucedió que habiendo entrado Jesús en casa de uno de los principales fariseos a comer un día de sábado, le estaban éstos acechando.
Luc 14:2  Y he aquí que se puso delante de él un hombre hidrópico.
Luc 14:3  Y Jesús vuelto a los doctores de la ley y a los fariseos, les preguntó: ¿Es lícito curar en día de sábado?
Luc 14:4  Mas ellos callaron. Y Jesús , habiendo tocado al hidrópico, lo curó, y lo despachó.
Luc 14:5  Dirigiéndose después a ellos, les dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo no le sacará luego, aunque sea día de sábado?
Luc 14:6  Y no sabían qué responder a esto.
Luc 14:7  Notando entonces que los convidados iban escogiendo los primeros puestos en la mesa, les propuso esta parábola, y dijo:
Luc 14:8  Cuando fueres convidado a bodas, no te pongas en el primer puesto, porque quizá haya otro convidado de más distinción que tú;
Luc 14:9  y sobreviniendo el que a ti y a él os convidó, te diga: Has lugar a éste; y entonces con sonrojo te veas precisado a ponerte el último.
Luc 14:10  Antes bien, cuando fueres convidado, vete a poner en el último lugar; para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba, lo que te acarreará honor a vista de los demás convidados.
Luc 14:11  Así es que cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.

Lucas 14:1-11 Jünemann 
Enseñanzas
Y aconteció, mientras iba él a casa de uno de los príncipes de los fariseos en sábado a comer pan, que ellos estaban acechándole.  (2)  Y he aquí un hombre estaba hidrópico delante de él.  (3)  Y, respondiendo Jesús, habló a los legisperitos y fariseos, diciendo: «¿Es lícito el sábado curar, o no?» Mas ellos callaron.  (4)  Y cogiendo sanóle y despidió;  (5)  y a ellos dijo: «¿De quién de vosotros hijo o buey en pozo caerá, y no al punto le tirará arriba en día del sábado?»  (6)  Y no pudieron replicar a esto.
  (7)  Y decía a los convidados parábolas; advirtiendo cómo los primeros lechos se elegían, diciendo a ellos:  (8)  «Cuando fueres convidado de alguno a bodas, no te asientes en el primer asiento, no sea que uno más honrado que tú esté convidado por él.  (9)  y, viniendo el que a ti y a él convidó, te diga: «Da a éste lugar»; y entonces empieces con vergüenza el último lugar a ocupar.  (10)  Mas, cuando fueres convidado, andando recuéstate en el último lugar, para que, cuando venga el que te ha convidado, te diga: «Amigo vente subiendo más arriba»; entonces habrá para ti gloria a faz de todos los comensales tuyos.  (11)  Porque, todo el que se exaltare, humillado será, y el que se humillare, exaltado será».

Lucas 14:1-11 Vulgate  et factum est cum intraret in domum cuiusdam principis Pharisaeorum sabbato manducare panem et ipsi observabant eum  (2)  et ecce homo quidam hydropicus erat ante illum  (3)  et respondens Iesus dixit ad legis peritos et Pharisaeos dicens si licet sabbato curare  (4)  at illi tacuerunt ipse vero adprehensum sanavit eum ac dimisit  (5)  et respondens ad illos dixit cuius vestrum asinus aut bos in puteum cadet et non continuo extrahet illum die sabbati  (6)  et non poterant ad haec respondere illi  (7)  dicebat autem et ad invitatos parabolam intendens quomodo primos accubitus eligerent dicens ad illos  (8)  cum invitatus fueris ad nuptias non discumbas in primo loco ne forte honoratior te sit invitatus ab eo  (9)  et veniens is qui te et illum vocavit dicat tibi da huic locum et tunc incipias cum rubore novissimum locum tenere  (10)  sed cum vocatus fueris vade recumbe in novissimo loco ut cum venerit qui te invitavit dicat tibi amice ascende superius tunc erit tibi gloria coram simul discumbentibus  (11)  quia omnis qui se exaltat humiliabitur et qui se humiliat exaltabitur


Comentarios Catena Aurea 
de Santo Tomás de Aquino


Lucas 14:1-6 

Y aconteció que entrando Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos a comer pan, ellos le estaban acechando. Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de El. Y Jesús dirigiendo su palabra a los doctores de la ley y a los fariseos les dijo: ¿si es lícito curar en sábado? Mas ellos callaron. El entonces le tomó, le sanó y le despidió. Y les respondió y dijo: "¿Quién hay de vosotros, que viendo su asno o su buey caído, no le saque luego en día de sábado?" Y no le podían replicar a estas cosas. (vv. 1-6)

San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Aunque el Señor conocía la malicia de los fariseos, aceptaba sus convites para ser útil a los que asistían a ellos con sus palabras y milagros. Por esto sigue: "Y aconteció que entrando Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos a comer pan, ellos le estaban acechando". Esto es, si faltaba a la reverencia debida a la ley o si hacía algo de lo que estaba prohibido en día de sábado. En efecto, habiendo llegado un hidrópico a presencia suya, por medio de una pregunta reprimió la insolencia de los fariseos que se proponían argüirle. Por esto dice: "Y he aquí que un hombre hidrópico estaba delante de El. Y Jesús dirigiendo su palabra", etc.

Beda
Cuando se dice que Jesús respondió, se hace referencia a lo dicho antes, que los fariseos le estaban acechando, porque el Señor conoce los pensamientos de los hombres.

Teofilacto
Y por esto en su pregunta se ríe de ellos como si estuvieran locos. Siendo así que Dios mandaba santificar el sábado (Gén 2), los fariseos prohibían hacer obras buenas en él. Y el día que no admite las acciones de los buenos, puede llamarse maldito.

Beda
Pero los preguntados callaban con razón, porque ven que cualquier cosa que dijesen se volvería contra ellos. Porque si es lícito curar en día de sábado, ¿por qué acechar al Salvador por ver si cura? Y si no es lícito, ¿por qué ellos cuidan sus rebaños en dicho día? Por esto sigue: "Mas ellos callaron".

San Cirilo, ubi sup
Menospreciadas la asechanzas de los judíos, cura de su enfermedad al hidrópico, el cual, temiendo a los fariseos, no pedía el remedio de su mal porque era sábado, sino que únicamente estaba en su presencia para ver si se compadecía de él y lo curaba. Conociendo esto, el Señor no le pregunta si quiere ser curado, sino que le curó en seguid. Por esto sigue: "El entonces le tomó, le curó y le despidió".

Teofilacto
En lo cual no se propuso el Señor evitar el escándalo de los fariseos, sino hacer un beneficio al que necesitaba de su favor. Conviene, pues, que nosotros, cuando resulte un bien general, no nos cuidemos de si se escandalizarán los necios.

San Cirilo, ubi sup
Pero como los fariseos callaron no sabiendo qué contestar, el Señor dio a conocer su gran osadía por medio de serias reflexiones. Por esto sigue: "Y les respondió y dijo: ¿Quién hay de vosotros que viendo su asno o su buey caído en un pozo, no le saque luego en día sábado?".

Teofilacto
Como diciendo: Si la ley prohíbe compadecerse en día sábado, no te cuides de si peligra tu hijo en día sábado, ¿pero qué digo tu hijo, cuando ni dejas a tu buey si lo ves en peligro?

Beda
En lo cual convenció de tal modo a los fariseos que lo observaban, que los condenó por su avaricia, puesto que tratando de librar un animal sólo consultaban su avaricia. ¿Con cuánta más razón, pues, debió Jesucristo librar al hombre, que es mucho mejor que una bestia?

San Agustín, De quaest. Evang., lib. 2, cap. 29
Comparó con justicia al hidrópico con el animal que cae en un pozo (porque el humor acuoso era la causa de su mal), así como antes había comparado aquella mujer que había encontrado ligada y la soltó, con el jumento que se desata para llevarle al agua.

Beda
Solventa esta cuestión con un ejemplo apropiado para manifestar que ellos, que quebrantaban el sábado con obras de ambición, le argüían porque la quebranta con una obra de caridad. Por esto sigue: "Y no le podían replicar a estas cosas".
Hablando en sentido místico, el hidrópico es comparado con aquél a quien el flujo exorbitante de los apetitos carnales tiene como oprimido, la palabra hidrópico trae su origen de la expresión humor acuoso.

San Agustín, ubi sup
También comparamos al hidrópico muy oportunamente con un rico avariento. Porque así como aquél, cuanto más abundan sus humores desordenados, tanta más sed tiene, así éste, cuanto más abunda en riquezas de las que no hace buen uso, tanto más las desea.

San Gregorio, Moral. 14,1 super Iob 18,9
Este hidrópico fue curado en presencia del fariseo, porque por la enfermedad del cuerpo del uno se expresa la enfermedad del corazón del otro.

Beda
Muy bien, por tanto, cita como ejemplo al buey y al asno significando a los sabios y a los ignorantes o a los dos pueblos, esto es, al judío, que está sometido al yugo de la ley y al gentil, a quien no domina razón ninguna. Porque el Señor saca del pozo de la concupiscencia a todos los sumergidos en él.

Lucas 14:7-11 

Y observando también cómo los convidados escogían los primeros asientos en la mesa, les propuso una parábola, y dijo: "Cuando fueres convidado a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que haya allí otro convidado más honrado que tú, y que venga aquel que te convidó a ti y a él y te diga: Da el lugar a éste, y que entonces tengas que tomar el último lugar con vergüenza; mas cuando fueres llamado, ve y siéntate en el último puesto. Para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces serás honrado delante de los que estuvieren contigo a la mesa. Porque todo aquél que se ensalza humillado será: y el que se humilla será ensalzado". (vv. 7-11)

San Ambrosio
Primeramente curó al hidrópico, en quien la hinchazón extraordinaria de la carne no permitía funcionar bien al alma y extinguía el ardor del espíritu; después enseña la humildad, refrenando el deseo de ocupar el primer lugar en el banquete nupcial. Por ello prosigue: "No te sientes en el primer lugar, no sea que", etc.

San Cirilo, ubi sup
Porque el subir pronto a los honores que no merecemos, da a conocer que somos temerarios y hace a nuestras acciones dignas de vituperio. Y continúa: "No sea que haya allí otro convidado más honrado que tú".

Crisóstomo, in Cat. graec. Patr
Y así el ambicioso de honor nunca obtiene lo que desea, sino que sufre repulsa y buscando el modo de tener muchos honores nunca llega a ser honrado. Y como nada hay que pueda compararse con la modestia, inclina al que lo oye a hacer lo contrario, no sólo prohibiendo ambicionar el primer sitio, sino mandando que se busque el último. Por esto sigue: "Mas cuando fueres llamado, ve y siéntate en el último lugar", etc.

San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Si alguno no quiere ser colocado delante de otros, lo obtiene por disposición divina. Por esto prosigue: "Para que cuando venga el que te convidó, te diga: Da el lugar a éste" y diciendo estas cosas no reprende con aspereza, sino que advierte con mansedumbre; porque basta una advertencia entre los discretos y así por la humildad alguno se corona de honores. Por esto sigue: "Y entonces serás honrado delante de los que", etc.

San Basilio, in quaest. expl., qu. 21
Era conveniente a todos ocupar el último lugar en los convites, según lo que manda el Señor. Pero querer volver con obstinación al mismo es digno de reprensión, porque altera el orden y produce tumulto. Por lo que una cuestión sobre esto os igualará con los que se disputan el primer lugar. Por tanto, como aquí dice el Señor, conviene que el que da un convite establezca el orden que cada uno debe guardar en la mesa. Y así nos soportaremos mutuamente con paciencia o con caridad, obrando honestamente en todo y según el orden, no según la apariencia o la ostentación de muchos. Ni debemos manifestar que practicamos la humildad o que la afectamos por violenta contradicción, sino más bien que la practicamos por condescendencia o por paciencia. Mayor indicio de soberbia es la repugnancia o la contradicción que ocupar el primer sitio cuando lo hacemos por obediencia.

Teofilacto
No se crea que la doctrina de Jesucristo ya expuesta es de poco interés e indigna de la elevación y de la magnificencia de la palabra de Dios. Porque no se dirá que es bueno un médico que promete curar a uno que tiene gota y que no quiere curar el dolor de un dedo o de un diente. Y ¿cómo puede considerarse como pequeña la pasión de vanagloria que agita o turba a los que quieren sentarse los primeros, esto es, a los que quieren ocupar los primeros puestos? Convenía, pues, que el maestro de la humildad cortase toda rama de esta mala raíz. Pero considera también que estando ya la cena preparada, e inquietando la pasión de la primacía a los vanidosos ante los ojos del Señor, esta amonestación era muy oportuna.

San Cirilo, ubi sup
Una vez demostrado (y con un ejemplo tan sencillo) el menosprecio que merecen los ambiciosos y que los que no lo son merecen ser exaltados, añadió lo grande a lo pequeño pronunciando una sentencia general cuando dice: "Porque todo aquél que se ensalza humillado será y el que se humilla será ensalzado", lo cual se dice según el juicio de Dios y no según la costumbre humana, por la que muchos que desean honores los consiguen y otros que se humillan no llegan a alcanzarlos.

Teofilacto
Sin embargo, no siempre es tenido en consideración por todos los hombres el que se ingiere en los honores y aun cuando sea honrado por algunos, otros lo vituperan y acaso aquellos mismos que lo honran exteriormente.

Beda
Y como el evangelista llama parábola a esta amonestación, diremos lo que significa en sentido místico. Todo aquel que invitado viniese a las bodas de Jesucristo y de la Iglesia, unido a los miembros de la Iglesia por la fe, no se ensalce como si fuese superior a los demás, ni se gloríe por sus méritos; sino que cederá su lugar al que sea más digno, convidado después y que le aventaja en el fervor de los que siguen a Jesucristo y con modestia ocupará el último puesto conociendo que los demás son mejores que él en todo lo que se creía superior. Pero alguno se coloca en el último sitio, según aquellas palabras (Sir_3:20): "Cuanto más grande seas, humíllate más en todo". Y entonces, viniendo el Señor, hará bienaventurado con el nombre de amigo al que encuentre humilde y le mandará subir más alto. Y todo aquél que se humilla como un niño, es más grande en el reino de los cielos (Mat_18:4). Así es que dice: "Entonces será para ti la gloria", para que no empieces a buscar ahora lo que te está reservado para el fin. Puede también entenderse esto respecto de la presente vida, porque el Señor todos los días entra a sus bodas despreciando a los soberbios y concediendo con frecuencia a los humildes tantos dones de su Espíritu, que los glorifican con su admiración los convidados, esto es, los fieles. De la conclusión general que se añade, se conoce claramente que la doctrina del Señor ya explicada debe entenderse en sentido figurado. Porque ni todo el que se ensalza delante de los hombres es humillado, ni todos los que se humillan en su presencia son ensalzados por ellos. Pero el que se eleva por su mérito será humillado por el Señor; y el que se humilla por sus beneficios será ensalzado por El.

martes, 4 de octubre de 2011

Santoral Católico 4 de octubre

  • El Tránsito de San Francisco de Asís, Confesor
  • Santa Orea o Aurea, Virgen
  • San Quintín, Mártir
  • San Cayo de Corinto, Discípulo de San Pablo
  • San Crispo, Discípulo de San Pablo
  • Santa Dámaris, Virgen y Mártir
  • San Petronio, Obispo de Bolonia
  • San Amón, Ermitaño
  • Santas Domnina, Berenice y Prosdocia, Mártires
  • Beato Tomás de Celano, Monje 
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias. 

SAN FRANCISCO DE ASÍS 
Confesor


n. 1181 en Asís, Italia;
† 3 de Octubre de 1226 en la Porciúncula, Italia

Patrono de Asís, Italia; Acción Católica; personas en trance de muerte;
ecología y ecologistas; medio ambiente; animales; zoológicos; 
sociedades protectoras de animales; familias; comerciantes; paz. 
Protector contra el fuego. Se lo invoca para no morir en soledad.



Llevo en mi cuerpo los estigmas del Señor Jesús.

(Gálatas, 6, 17)

Retirado del mundo a los 25 años, después de una juventud disipada pero caritativa, San Francisco está enteramente crucificado para el mundo. Su pro funda humildad lo impulsa a rehusar el presbiterado, y desde entonces su vida es un prodigio de virtudes y milagros. Los doce primeros "penitentes de Asís" ya son legión antes de su muerte, con el nombre de Hermanos Menores, y tuvo el consuelo de ver a la Orden de Santa Clara, su santa amiga, extenderse cuando todavía vivía. El Serafín de Asís murió el 3 de octubre de 1226, a la edad de 44 años.

MEDITACIÓN
SOBRE SAN FRANCISCO

I. El amor divino consumió todos los lazos que ataban a San Francisco en la tierra, y le hizo abandonar la casa paterna, las riquezas y los placeres. Toda su vida vivió él en este desasimiento; por esto debes tú comenzar a darte a Dios. Es imposible que ames a Dios y al mundo. ¡Ah! los placeres y los honores de la tierra no merecen ocupar tu corazón; déjalos antes que ellos te dejen a ti.

II. Ese mismo amor que separó a San Fran cisco de los bienes de la tierra, lo unió estrechamente a su Dios y le hizo encontrar en esta unión una inalterable felicidad. De este modo solía decir: "¡Dios mío y mi todo! en Ti es donde encuentro todo lo que necesito". ¡Alma mía, tratemos de gustar el placer que existe en estar unido a Él; en vano hemos buscado descansar en las creaturas, vayamos a Dios, pero hagámoslo dándonos a Él sin reserva, sin demora, y para siempre!

III. El amor, por último, transformó a San Fran cisco, en Jesucristo mismo, por decirlo así, cuando un serafín imprimió en su cuerpo las sagradas llagas del Salvador. No recibió esta gracia sino después de haberse hecho, por una mortificación continua, viva imagen de Jesús crucificado. Como este gran santo, lleva tú constantemente en tus miembros la mortificación de Jesucristo. Mira al Salvador clavado en la cruz: he ahí el verdadero modelo de predestinados. Para llegar a ser semejante a Él, es preciso que la mortificación imprima en tu cuerpo sus adorables estigmas. Llevan en sí las llagas de Cristo quienes mortifican y afligen el cuerpo. (San Jerónimo).
La mortificación
Orad por la Orden de San Francisco.

ORACIÓN

Oh Dios, que, por los méritos de San Francisco dais sin cesar nuevos hijos a vuestra Iglesia, concedednos la gracia de despreciar, siguiendo su ejemplo, los bienes terrenales y poner nuestra dicha en la posesión de los dones celestiales. Por J. C. N. S. Amén.

Fuente: http://devocioncatolica.blogspot.com/

lunes, 3 de octubre de 2011

Evangelio del día (Calendario Tradicional) - 4 de octubre de 2011

Mt 11,25-30


Biblia versión Nacar-Colunga
(25)  Por aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos.  (26)  Sí, Padre, porque así lo has querido.  (27)  Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo.  (28)  Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré.  (29)  Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas,  (30)  pues mi yugo es blando, y mi carga, ligera.

 
Biblia versión Torres Amat
Mat 11:25  Por aquel tiempo exclamó Jesús , diciendo: Yo te glorifico, Padre mío, Señor del cielo y de la tierra, porque has tenido encubiertas estas cosas, a los sabios y prudentes del siglo, y las has revelado a los pequeñuelos.
Mat 11:26  Sí, Padre mío, alabado seas, por haber sido de tu agrado que fuese así.
Mat 11:27  Todas las cosas las ha puesto mi Padre en mis manos. Pero nadie conoce al Hijo sino el Padre; ni conoce ninguno al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo haya querido revelarlo.
Mat 11:28  Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos y cargas, que yo os aliviaré.
Mat 11:29  Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis el reposo para vuestras almas.
Mat 11:30  Porque suave es mi yugo y ligero el peso mío.

Biblia versión Jünemann
Mateo 11:25-30 Jünemann  (25)  En aquel tiempo, respondiendo(k) Jesús, dijo: «Ensálzote, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes(l), y reveládolas a los pequeñuelos(m).  (26)  Sí, Padre; porque tal plugo ante ti.  (27)  Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre; ni al Padre alguien conoce sino el Hijo y a quien quisiere el Hijo revelar.  (28)  Venid a mí, todos los trabajados y recargados, y yo os refrigeraré.  (29)  Alzad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, porque suave soy y humilde del corazón, y hallaréis alivio para vuestras almas;  (30)  que mi yugo es bueno; y mi carga, ligera es.»

Biblia Vulgata (latín)
(25)  in illo tempore respondens Iesus dixit confiteor tibi Pater Domine caeli et terrae quia abscondisti haec a sapientibus et prudentibus et revelasti ea parvulis  (26)  ita Pater quoniam sic fuit placitum ante te  (27)  omnia mihi tradita sunt a Patre meo et nemo novit Filium nisi Pater neque Patrem quis novit nisi Filius et cui voluerit Filius revelare  (28)  venite ad me omnes qui laboratis et onerati estis et ego reficiam vos  (29)  tollite iugum meum super vos et discite a me quia mitis sum et humilis corde et invenietis requiem animabus vestris  (30)  iugum enim meum suave est et onus meum leve est


Comentario
CATENA AUREA de Santo Tomás de Aquino



Mateo 11:25-26 

En aquel tiempo respondiendo dijo Jesús: "Doy gloria a ti, ¡oh Padre!, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y a los prudentes, y las revelaste a los pequeñuelos; así es, Padre, porque de esta manera fue de vuestro agrado". (vv. 25-26)

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 28
Como sabía el Señor que muchos habían de poner en duda la verdad anterior, es decir, el por qué los judíos no le quisieron recibir y los gentiles sí lo recibieron con prontitud, contesta a las opiniones de todos diciendo: "Yo te confieso, Padre", etc.

Glosa
Esto es, a ti, que haces los cielos y gobiernas en la tierra.

San Agustín, sermones, 67,1
Si Cristo, que está muy lejos de todo pecado, dijo: "Yo confieso", la confesión consiguientemente no es de sólo el que peca, sino alguna vez también del que alaba. Confesamos, pues, ya alabando a Dios, ya acusándonos a nosotros mismos. Luego cuando dijo: "Yo te confieso", quiso decir, yo te alabo y no, yo me acuso.

San Jerónimo
Los que calumnian al Salvador diciendo que no había nacido, sino que había sido creado, apoyan su calumnia en que el Señor llama a su Padre Señor del cielo y de la tierra; pero si El es una creatura y la creatura puede llamar a su autor padre suyo, fue una necedad el que no le llamara también igualmente Señor del cielo y de la tierra o padre. El da las gracias a Dios de haber revelado su venida a los Apóstoles, cosa que no supieron los escribas y los fariseos, que se tenían por sagaces y prudentes. Por eso sigue: "porque ocultaste a los sabios, etc".

San Agustín, sermones, 67,8
Bajo el nombre de sabios y prudentes, se entiende los soberbios, según manifiesta el Señor por las palabras: "Revelaste estas cosas a los pequeñuelos". ¿Y quiénes son los pequeñuelos, sino los humildes?

San Gregorio Magno, Moralia, 27
Y no añade: Revelaste estas cosas a los necios, sino a los pequeñuelos, en cuya exclusión da a entender que no condenó la penetración de espíritu, sino el orgullo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,1
Al decir "a los sabios", no se refiere a la verdadera sabiduría, sino a aquella que pretendían tener los escribas y los fariseos. Y por eso no dijo: "Revelaste estas cosas a los necios", sino a los pequeñuelos, esto es, a los sencillos o rústicos. En esto nos enseña el cuidado que debemos tener de huir del orgullo y de amar la humildad.

San Hilario, in Matthaeum, 11
Están ocultos a los sabios los secretos y las virtudes de las palabras de Dios y para los pequeñuelos están abiertos: a los que son pequeños en malicia, mas no en inteligencia; a los que son sabios a los ojos de la presunción, mas no a los de la prudencia.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,1
Debemos alegrarnos de que se haya hecho la revelación a éstos y debemos lamentar el que se haya debido ocultar a aquellos.

San Hilario, in Matthaeum, 11
El Señor confirma, según el juicio de la voluntad del Padre la equidad del hecho de que todos aquellos que no han querido hacerse pequeños delante de Dios se queden hechos unos necios en su propia sabiduría. Así dice: "Así es, Padre, porque de esta manera te agradó".

San Gregorio Magno, Moralia, 25
Estas palabras nos dan una lección de humildad, a fin de que no intentemos discutir temerariamente los juicios divinos sobre la vocación de unos y la desaprobación de otros, manifestándonos al mismo tiempo que no puede haber injusticia en aquel a quien tanto complace lo justo.

San Jerónimo
También en estas palabras dice el Señor con mucha ternura a su Padre, que culmine la obra comenzada en los Apóstoles.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,1-2
Todo lo que el Señor dijo a los Apóstoles en este pasaje, tiene por objeto el hacerlos más precavidos, porque era natural que tuviesen un concepto elevado de sí mismos, aquellos que lanzaban los demonios. De aquí el reprimir este concepto, porque cuanto se había hecho en su favor no era resultado de su celo, sino de la revelación divina. Por eso los escribas y los fariseos, teniéndose por sabios y prudentes, cayeron por efecto de su orgullo. De donde resulta que si por su orgullo no les fue revelado nada, también nosotros debemos tener miedo y ser siempre pequeños: pues esto hizo que vosotros gozaseis de la revelación. Y como dice San Pablo: "Los entregó Dios a su réprobo sentido" (Rom_1:26). No dice esto para afirmar que Dios es el que produce ese efecto, pues Dios no hace mal, sino que aquellos fueron causa inmediata de ello. Por esta razón dice: "Ocultaste estas cosas a los sabios y a los prudentes". ¿Y por qué razón se las ocultó? San Pablo expone la razón en estos términos: "Porque queriendo establecer su propia justicia, no estuvieron sometidos a la justicia de Dios" (Rom_10:3).

Mateo 11:27 

"Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre, y ninguno conoce al Hijo, sino el Padre; ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar". (v. 27)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,2
Después de haber dicho antes el Señor: "Yo te alabo, oh Padre, porque ocultaste estas cosas a los sabios". A fin de que nadie creyera que da las gracias al Padre, porque El está privado de ese poder, añade: "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre". Cuando escuchares que "todo me ha sido entregado por mi Padre", no debéis entender nada humano. Pues, este modo de expresarse que tiene el Señor, es para darnos a entender que no son dos los dioses engendrados, porque desde el momento en que El fue engendrado, fue hecho Señor de todas las cosas.

San Jerónimo
Porque de otra manera, si interpretamos este pasaje según nuestra frágil manera de ver las cosas, deberíamos admitir que desde el momento en que aquel que recibe empieza a tener, principiará a no tener aquel que ha dado. O también: por "todas las cosas me fueron entregadas" puede entenderse no el cielo, la tierra, los elementos y todo lo demás que hizo y creó Dios, sino todos aquellos que mediante el Hijo tienen entrada a donde está el Padre.

San Hilario, in Matthaeum, 11
O también: se expresó de esa manera, para que nadie juzgase que en el Padre había cosas que no las había en el Hijo.

San Agustín, contra Maximinum, 3,12
Porque si tiene menos poder que el Padre, no tiene todas las cosas que tiene el Padre. Y en el acto de ser engendrado por el Padre, este dio a su Hijo el poder, porque El ha dado lo que hay en su naturaleza a aquel que fue engendrado en su naturaleza.

San Hilario, in Matthaeum, 12
En seguida nos demuestra, que en el conocimiento del Padre y del Hijo, no hay en el Hijo cosa distinta y que sea completamente desconocida del Padre: "Y ninguno conoce al Hijo, sino el Padre y ninguno conoce al Padre, sino el Hijo".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,2
En el mismo hecho de no conocer nadie al Padre, sino el Hijo, nos prueba de una manera bien clara que es de la misma naturaleza. Como si dijera: ¿por qué ha de admirarse nadie de que yo sea Señor de todas las cosas, teniendo yo una cosa superior a todas ellas, a saber: el conocer al Padre y ser de su misma naturaleza?

San Hilario, in Matthaeum, 11
Nos enseña el mismo Salvador, que la sustancia del Padre y del Hijo está contenida en el conocimiento mutuo del uno y del otro. De manera, que el que conoce al Hijo, conoce también, en el Hijo, al Padre, puesto que éste entregó al Hijo todas las cosas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,2
Cuando dice que nadie conoce al Padre, sino el Hijo, no quiere decir que todos le desconozcan completamente, sino que nadie tiene el conocimiento que el Hijo tiene del Padre. Lo mismo debe entenderse con respecto al Hijo. Porque no habla aquí de un Dios desconocido, como decía Marción.

San Agustín, de Trinitate, 1,8
Finalmente, como la naturaleza divina es inseparable, basta algunas veces nombrar o las dos personas o el Hijo sólo, o sólo el Padre, no separándose por esto el Espíritu de los dos, Espíritu que con toda propiedad es llamado Espíritu de verdad.

San Jerónimo
Avergüéncese el hereje Eunomio de expresar su idea del Padre y del Hijo, diciendo que el Padre engendra al Hijo y el Hijo al Padre. Porque si tomara por base de semejante insensatez las palabras: "Y a quien el Hijo lo quisiera revelar", le contestaríamos: una cosa es conocer por igualdad de naturaleza y otra por gracia de revelación.

San Agustín, de Trinitate, 7,3
El Padre es revelado por su Hijo, esto es, por su Verbo. Pues así como las palabras que proferimos nos revelan de un modo temporal y transitorio a nosotros mismos y aquello de que hablamos, ¿cuánto más la Palabra de Dios por la que se hicieron todas las cosas? Esta Palabra nos dice lo que es el Padre, en el concepto de Padre y así mismo qué es lo que es el Padre.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 2,1
Cuando dijo: "Ninguno conoce al Hijo, sino el Padre", no dijo: y a quien el Padre quisiere revelar. Pero esto no quiere decir que el Hijo no puede ser conocido más que sólo por el Padre. El Padre puede ser conocido, no sólo por el Hijo, sino por todos aquellos a quienes lo revelare el Hijo. Así decimos, que por revelación del Hijo conocemos al Padre y al Hijo, porque el Hijo es la luz de nuestra inteligencia. Y en lo que sigue: "Y a quien el Hijo lo quisiere revelar" comprendemos no sólo al Padre, sino también al Hijo, porque estas palabras están relacionadas con las anteriores. Porque es expresado el Padre por su Verbo y el Verbo, no sólo revela lo que El expresa, sino también se revela a sí mismo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,2
Luego si revela al Padre, se revela a sí mismo. Dejó de poner esto último por ser evidente y puso lo primero, por si alguno lo ponía en duda. Nos demuestra también que está El tan identificado con el Padre, que es imposible llegar al Padre, sino mediante el Hijo y esto era lo que principalmente escandalizaba a los judíos, porque lo creían contrario a la idea de Dios y esta creencia es la que trató de destruir por todos los medios.

Mateo 11:28-30 

"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os aligeraré. Tomad mi yugo sobre vosotros, aprended de mí; porque soy manso y humilde de corazón, y encontraréis el descanso para vuestros corazones; porque mi yugo es suave y mi carga ligera". (vv. 28-30)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,2
El había encendido el deseo de sus discípulos por todo lo que precede, que no es más que la expresión de su inefable virtud y ahora los llama a sí por las palabras: "Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cargados".

San Agustín, sermones 69,1
¿Por qué nos cansamos todos, sino porque somos mortales, que llevamos vasos de barro que nos ponen en tantas angustias? Pero si los vasos frágiles de la carne nos angustian, nos desplegamos en los espacios de la caridad. ¿A qué dice: "Venid a mí todos los que trabajáis", sino para que no nos cansemos?

San Hilario, in Matthaeum, 11
Llama a sí a todos los que trabajan por las dificultades de la ley y la carga del pecado.

San Jerónimo
Asegura el profeta Zacarías, que es carga muy pesada la del pecado, diciendo: "que la iniquidad está sentada sobre una masa de plomo" (Zac_5:7) y el Salmista completó esta verdad con las palabras: "mis iniquidades están pesando sobre mí" (Sal_37:5).

San Gregorio Magno, Moralia, 30
Es ciertamente un yugo áspero y una dura sumisión el estar sometido a las cosas temporales, el ambicionar las terrenales, el retener las que mueren, el querer estar siempre en lo que es inestable, el apetecer lo que es pasajero y el no querer pasar con lo que pasa. Porque mientras desaparecen, a pesar de nuestros deseos, todas estas cosas que por la ansiedad de poseerlas afligían nuestra alma, nos atormentan después por miedo de perderlas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,2
Y no dice: Venid éste y aquel, sino todos los que estáis en las preocupaciones, en las tristezas y en los pecados; no para castigaros, sino para perdonaros los pecados. Venid, no porque necesite de vuestra gloria, sino porque quiero vuestra salvación. Por eso dice: "Y yo os aligeraré". No dijo: Yo os salvaré solamente, sino (lo que es mucho más) os aliviaré, esto es, os colocaré en una completa paz.

Rábano
No sólo os aliviaré, sino que os saciaré con un manjar interior.

Remigio
Venid, dice, no con los pies, sino con las costumbres; no con el cuerpo, sino con la fe, porque ésta es la entrada espiritual que nos aproxima a Dios. Por eso dice: "Tomad mi yugo sobre vosotros".

Rábano
El yugo del Señor Jesucristo es el Evangelio que une y asocia en una sola unidad a los judíos y a los gentiles. Este yugo es el que se nos manda que pongamos sobre nosotros mismos, esto es, que tengamos como gran honor el llevarlo, no vaya ser que poniéndolo debajo de nosotros, esto es despreciándolo, lo pisoteemos con los pies enlodados de los vicios. Por eso añade: "Aprended de mí".

San Agustín, sermones, 69,2
No a crear el mundo, no a hacer en él grandes prodigios, sino aprended de mí a ser manso y humilde de corazón. ¿Quieres ser grande? Comienza entonces por ser pequeño. ¿Tratas de levantar un edificio grande y elevado? Piensa primero en la base de la humildad. Y cuanto más trates de elevar el edificio, tanto más profundamente debes de cavar su fundamento. ¿Y hasta dónde ha de tocar la cúpula de nuestro edificio? Hasta la presencia de Dios.

Rábano
Mandándonos nuestro Salvador que seamos sobrios en las costumbres y humildes en nuestros sentimientos, nos manda también que no ofendamos a nadie, que no despreciemos a nadie y que tengamos dentro de nuestro corazón todas las virtudes que manifestamos en nuestras obras exteriores.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,2
Por eso El desde el principio comienza la exposición de las leyes divinas por la humildad y propone la recompensa en las palabras: "Y encontraréis la tranquilidad en vuestras almas". Esta es la mayor recompensa, porque con ello no sólo se hace uno útil para los demás, sino que encuentra en sí mismo la tranquilidad y concede esta recompensa antes de la que ha de dar en el tiempo venidero, ya que en ese tiempo se gozará de una tranquilidad eterna.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 38,3
Y para que no se llenaran de temor al oír las palabras, carga y yugo, añade: "Porque mi yugo, etc".

San Hilario, in Matthaeum, 11
Y nos propone la idea consoladora del yugo suave y de la carga ligera, a fin de dar a los que creen en El unos indicios del bien que sólo El ha visto en el Padre.

San Gregorio Magno, Moralia, 4,39
¿Qué carga pesada impone a nuestras almas el que nos manda evitar todo deseo que nos pueda perturbar? ¿Qué cosa más ligera que el abstenerse de la maldad, querer el bien, no querer el mal, amar a todos, no aborrecer a nadie, alcanzar lo eterno, no engolfarse en lo presente y el no hacer a otro lo que no quisiéramos que nos hicieran a nosotros?

San Hilario, in Matthaeum, 11
¿Y cuál es este yugo más suave y cuál esta carga más ligera? Buscar ser más considerado, abstenerse demaldades, querer el bien, odiar el mal, amar a todos, no odiar a nadie, perseguir lo eterno, no aferrarse a las cosas presentes, no querer hacer a otro lo que no se quiere para sí.

Rábano
Pero cómo se entiende que es suave el yugo de Cristo, cuando se dice más arriba: "¿Es estrecha la senda que conduce a la vida?" (Mat_7:14). Porque lo que al principio se nos hace dificultoso, pasado algún tiempo, mediante la dulzura inefable del amor, se nos hace sumamente fácil.

San Agustín, sermones,70,1
Los que llevaron intrépidamente sobre sus cabezas el yugo del Señor, han afrontado peligros tan difíciles, que parece como que son llamados, no del trabajo al descanso, sino de la inacción al trabajo, como dice el Apóstol de sí mismo (2Cor 6): El Espíritu Santo es ciertamente el que renueva de día en día al hombre interior en medio de las ruinas del hombre exterior y una vez que ha gustado la tranquilidad espiritual, en esta afluencia de las delicias de Dios, en la esperanza de los bienes eternos, todo lo presente pierde su aspereza y todo lo pesado se aligera. Sufren los hombres el ser despedazados y quemados, no solamente a fin de no sufrir los dolores eternos, sino aún para evitar mediante un dolor muy vivo pero momentáneo, otros sufrimientos prolongados. ¿Qué tormentas e inclemencias no sufren los comerciantes, a fin de conseguir riquezas banales? Las mismas penas experimentan los que no buscan esas riquezas como los que las buscan. Pero en éstos no son tan terribles, porque el amor suaviza y hace fáciles las cosas más inclemente y difíciles. ¿Con cuánta más razón hará más fácil todo lo difícil, la caridad que tiene por objeto la verdadera felicidad, que no la pasión, que en cuanto está de su parte tiende a un fin miserable?

San Jerónimo
¿Cómo el Evangelio es más suave que la ley, puesto que ésta sólo castiga el homicidio y el adulterio y el Evangelio hasta la ira y la concupiscencia? (Mt 5). Hay en la ley muchos preceptos, que según enseña con toda erudición el Apóstol (Hch 15) son impracticables. En la ley se exige la obra, en el Evangelio la intención, con la que puede obtenerse la recompensa sin que se haya realizado la obra. El Evangelio nos manda lo que nos es posible, esto es, el no desear y esto queda dentro de nuestras facultades. La ley, al castigar al adulterio, no castiga la intención, sino el hecho. Figuraos que en una persecución ha sido violada una virgen, el Evangelio la recibe como virgen porque no ha pecado por su voluntad, pero la ley la repudia porque ha sido violada.