domingo, 16 de junio de 2013

La Bandera Católica

“La Bandera Católica”

Periódico semanal destinado a pregonar los ideales de un grupo de hombres ilustrados y en especial para difundir los principios del catolicismo, apareció “La Bandera Católica”, teniendo principal gestor al presbítero doctor José Genaro Carranza. Acerca de él podemos anotar haber nacido el 17 de noviembre de 1809 en Tulumba y estudiado en el Colegio de Nuestra Señora de Monserrat, pasando a la Universidad. El 5 de noviembre de 1829 solicitó al Obispo de esta diócesis recibir las sagradas órdenes. Siguió así hasta el año 1832, cuando se hicieron las proclamas correspondientes, recibiendo las Ordenes Mayores. (Hicieron circunstanciadas biografías de este personaje en diversas publicaciones los autores J. Pedro Grenón, en 1938; Samuel Angel Carranza, en 1940; Enrique Udaondo, en 1938, etcétera).
La primera actuación pública del doctor José Genaro Carranza fue durante el gobierno de los Reynafé y su vida no estuvo exenta de inquietudes políticas; en la década de 1840 se desempeñó como cura y vicario de los Anejos, con sede en la población de Alta Gracia, pasando después a la Iglesia Catedral de Córdoba. Producida la revolución del 27 de abril de 1852 fue designado Ministro Plenipotenciario de Córdoba a la reunión de gobernadores, presidida por el general Urquiza en San Nicolás de los Arroyos. Demorada su partida y sin saber lo que había acontecido en aquella población, Carranza se puso en camino el 4 de junio, pero durante su viaje se enteró haberse ya firmado el Acuerdo. Siguió su andar hasta Buenos Aires, donde el 1 de julio de 1852, junto con los delegados de Salta y Jujuy, refrendó el complemento de aquel documento del Acuerdo. Más tarde, como veremos, dedicó sus energías al periodismo y luego a sus menesteres religiosos, muriendo el 22 de enero de 1861 cuando era Arcipreste del Cabildo Eclesiástico de la Catedral cordobesa.
Debemos ahora dirigir la evocación a “La Bandera Católica”, aparecida el jueves 8 de mayo de 1856 por la imprenta “Tres de Febrero”, entonces dirigida por don José María Arzac. Justificó su presentación diciendo: “En un país que sufrió largo tiempo las conmociones de la guerra civil y que aun después de la tormenta, yace aterrado a la vista de sus desastres y desconfiado de su porvenir, la aparición de un periódico religioso es, sin duda, el signo más inequívoco de hallarse conjurado el espíritu de anarquía y de que suceden la paz, la ventura y la prosperidad a los años aciagos de llanto y de miseria”. Continuando con la fijación de dicho propósito, advertía que “se concibe entonces que no siendo un pueblo religioso, no goza de libertad y supuesto a la pérdida de la libertad sigue el desorden que engendra la tiranía, fuera imposible que en época de la tiranía tuvieran acogida las doctrinas saludables y verdaderamente liberales de la prensa religiosa”.
Meses después de haberse iniciado la publicación de la hoja “La Bandera Católica”, que era semanal, donde se registran noticias de aquella actualidad, y en especial las atinentes a la actividad católica de Córdoba, el doctor José Genaro Carranza debió alejarse de su dirección. En el número del 7 de noviembre de 1856 anunciaba que su médico habíale aconsejado y hasta ordenado la “cesación absoluta de toda ocupación que pueda afectar el sistema nervioso y la variación de  temperamentos”.
Ante aquella situación, Carranza anunció que se hacía cargo de la tarea periodística un núcleo formado por fray Olegario Correa, presbítero José Domingo Ardiles, los doctores José Saturnino Allende, Emiliano Clara, Uladislao Castellanos, Emiliano Cabanillas, teniendo también como colaboradores a los doctores Facundo Zuviría y Eduardo Ramírez de Arellano y varios más. Aquello había sido un inconveniente, aunque en las reuniones efectuadas al alejarse el presbítero Carranza todos prometieron amplia cooperación, pero el declinar fue visible. “La Bandera Católica” estaba en trance de desaparecer. Pocos son los autores que indican la fecha en que aquello se produjo, pero si nos atenemos a lo subrayado por el presbítero Grenón, ocurrió el 25 de diciembre de 1858, sin duda alguna haciendo alusión a la fiesta navideña…
El público adherido al catolicismo quedó un  tanto apenado y no pocos dijeron que de haber sabido a tiempo lo que le estaba ocurriendo a “La Bandera Católica”, se habrían arrimado para sostenerla, pero ya era tarde. Aquel desenlace, cuando se lo contaron al doctor Carranza, y sin duda no con todos los detalles, habrá experimentado una tremenda pena, pero él nada podía hacer.
En un vecindario relativamente pequeño como era el de Córdoba en aquel entonces, se habían conocido en las tertulias todos los detalles de la caída de “La Bandera Católica” y no habrá faltado el dispuesto a hacer alguna broma de mal gusto. Porque mientras se lamentaba todo el núcleo que había sido colaborador, otros espiaban el momento para decir alguna palabreja malsonante. Téngase en cuenta que aún seguía apareciendo “El Imparcial” y que, además, estaban los que daban su apoyo a “La Matraca” y “La Linterna”, este último periódico especialmente “crítico, satírico, literario y de costumbres” y que tenía apoyo de “El Imparcial”. Mucho podríamos agregar de ambas hojas, pero preferimos poner punto final al decir de “La Literna” que “deseosos de encontrar la verdad y presentarla al público en su verdadero esplendor, nos hemos visto en la necesidad de acudir a la “linterna” de Diógenes, persuadidos de encontrarla por ese medio… Y mientras unos estaban apenados, otros se sonreían muchas veces a escondidas…